La Coyuntura Política histórica de México
Está claro que la elección presidencial del próximo año se disputará entre dos bloques partidistas que advertimos se formarían pasado el 2018, como la única manera de generar una competencia más nivelada entre las distintas fuerzas políticas que hoy representan dos modelos distintos de gobierno.
Estudios serios de tendencias de intención del voto revelan que cualquiera de entre estos dos bloques puede ganar en el 2024, nada está definido. Sin embargo, dada esta bipolarización política, el que esté fuera de esta dinámica, quedará fuera de la contienda democrática sin ninguna posibilidad transcendental.
Los resultados electorales obtenidos por Morena y sus aliados a partir del 2021, pasando por las gubernaturas que se ganaron con la complicidad de los gobernadores, sus consultas populares, la revocación de mandato y la elección en el Estado de México, más los catastróficos resultados de su gestión incluyendo la pandemia, muestran una clara disminución en sus simpatías ciudadanas. Que pretenden esconder con los acarreos y el abuso en la utilización de los recursos públicos de los programas sociales para demostrar que aún siguen manteniendo la misma fuerza.
Por su parte, el Frente Amplio por México con su proceso inédito interno, ha tenido la virtud de arrebatarle al presidente y sus corcholatas, los reflectores de la opinión pública aunado a la meteórica aparición de Xóchitl Gálvez, quien en tan sólo dos meses ha superado a sus contrincantes para casi dar alcance a la favorita del presidente Claudia Sheinbaum, esto de acuerdo a los últimos estudios demoscópicos con niveles de confianza del 95% con un margen de error del 1.3% dados a conocer por México Elige.
Sin duda Movimiento Ciudadano, con su intención del voto de entre el 5 y el 7% podría fortalecer o debilitar a cualquiera de ambos bloques, más no precisamente definir la próxima elección, pero sus indefiniciones los ha llevado a una división interna que le podría salir muy caro para su consolidación partidista con miras al 2030.
El líder de ese partido parece no entender la coyuntura política histórica a la que México se está acercando, ignora que la próxima elección no será una elección tradicional entre partidos políticos o coaliciones, será un proceso de decisión nacional entre una u otra forma de gobierno.
Los mexicanos vamos a decidir si queremos la continuidad de un gobierno populista de izquierda con tendencias dictatoriales con toda su violencia, su corrupción, su impunidad y desmantelamiento institucional u optamos por la reconstrucción de un sistema democrático, con equilibrio de poderes y respeto al Estado de Derecho.
Argentina y Guatemala son dos grandes ejemplos de países que ya transitaron por coyunturas parecidas, donde sus ciudadanos decidieron romper con el estatus quo, con la vieja política, con los gobiernos de políticas asistencialistas, con gobiernos populistas donde la corrupción, la violencia y la pobreza llevaron al hartazgo social que terminó por favorecer a candidatos disruptivos que denunciaron todo lo malo, igual que como hoy lo está haciendo Xóchitl Gálvez.
¿A caso no habrán bastado 5 años para que los mexicanos no nos hayamos dado cuenta? Pronto lo sabremos.