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La protesta femenil por la violencia de género madrugó en el Metro, columna de la capital del país, donde los usuarios –en su mayoría varones–, vivieron desde el amanecer un inédito día sin mujeres.
Ante la ausencia de taquilleras, los equipos tragamonedas se abarrotaron y los vagones ‘exclusivos’ parecieron perder utilidad al lucir, al igual que pasillos y escaleras, con menos gente de lo habitual.
El tránsito en las calles y avenidas disminuyó. Las profesionistas brillaron por su desaparición en oficinas; algunas simularon y pidieron a sus empleadas trabajar desde casa.
En oficinas de gobierno y partidos, el faltar fue opcional; las primeras, las que se envalentonaron, se la jugaron; las segundas la cumplieron.
En la solitaria Cámara de Diputados se organizó un foro de mujeres, aunque no acudió ninguna legisladora ni legislador. Edificios, pasillos y oficinas de todas las bancadas lucieron vacíos. Incluso, en la oficina de la presidenta de la Cámara lució un letrero: “Cerrado por paro”. (iM-rrc)