©JORGE SANTAMARÍA
Con Renacimiento, la cantante narra cómo había perdido el amor propio, su lucha contra el bullying, el machismo y el abuso sexual.
“Miraba la guitarra y ya hasta me caía gorda”.
En la vida de Carla Morrison, en medio de su reconstrucción, ésta es la menor de las malas experiencias que sufrió. Es cierto que ella y su instrumento fueron una pareja ideal, crearon las canciones más bonitas y dolorosas, ganaron Grammys y viajaron por el mundo, pero también, en México, las personas se burlaron de su físico, de sus canciones y un maestro de canto la acosó sexualmente.
“Vivo con ansiedad desde los nueve años, y sé lo que es tener pánico, pensamientos suicidas, oscuros, sentirte solo y que te estás volviendo loco”, apuntó desde París.
“He crecido como mujer, como persona y me vi obligada a preguntarme lo más difícil para renacer y tener la mejor versión de mí. Estoy renaciendo después del bullying que me hicieron en México, que fue horrible. Después de tanta fama que no supe cómo entender, porque soy de una ciudad pequeña (Tecate); y no sabía lo que es el amor propio y la aceptación”, agregó.
Así es como nació el proyecto autobiográfico Renacimiento, cuyo segundo acto, No me llames, que estrena con todo y su videoclip, llega a ser la continuación de Ansiedad, el tema y clip que puso a disposición una línea de ayuda para la gente que padezca de todo tipo de malestar mental.
Carla explicó que, además de la evocación literal del título, estuvo influida por su visita a museos franceses y españoles con obras europeas realizadas para dejar atrás la Edad Media y comenzar a labrar el camino a la Edad Moderna.
No me llames, que es una historia que narra el corte de raíz de una persona o situación en particular para poder renacer, también cuenta con la particularidad de tener un sonido totalmente global, un beat que sustituye a la guitarra y que la lleva a terrenos de artistas que ella admira, como Beyoncé o Rihanna.
“También es una historia de por qué ya no voy a sonar como antes, por qué ya no voy a ser sólo yo y mi guitarra, sino que ya quiero que vean mi arte y expresión desde otra perspectiva, mi voz desde una posición distinta. Éste es el relato de Carla Morrison en una versión mucho mejor”, platicó.
Obviamente que ya salió gente a repelar por el cambio de estilo en el sonido, pero ni modo, esto es producto de las clases que está tomando en un conservatorio de música en París, donde aprendió ensamble de jazz, piano, percusión corporal, entrenamiento de oído y a leer notas musicales, lo cual desconocía completamente.
Hasta su voz mejoró con las clases de canto, cuya última experiencia en CDMX fue muy lamentable.
“Dejé de tomarlas porque el profesor con el que tomaba las lecciones me acosó sexualmente. Y dije “¡no, yo no vuelvo!”, porque estaba yendo a su casa. Se llama Óscar Sámano, un cantante barítono bastante importante”, fue lo único que quiso mencionar al recordar el hecho que denunció el año pasado, en redes sociales.
A propósito, Carla se prendió con la charla que comenzó a adentrarse a en la lucha feminista y la repulsión de todos estos actos que, en la mayoría de las veces, se quedan impunes en los juzgados de todo el mundo.
Adelantó que uno de los actos restantes tiene mucho que ver con todos estos movimientos, que ha vivido mucho más de cerca en Francia, donde comenzó la ola de protestas con las pancartas “ceder no es consentir”.
“Estamos generando cosas importantes para el futuro de nuestras hijas y nietas. Desde chiquita, cuando esto no era parte de nuestro día a día, no nos dábamos cuenta de las limitaciones que tenemos como mujeres, y yo creo que el machismo es gran parte de por qué yo paré en la música, pues me juzgaban mucho.
“Todo el tiempo han querido negar mi identidad por compararme con mis colegas, pero, aparte, me molestaban por cantarle al amor, llorar en el escenario, decir lo que pensaba, ser independiente y todo. Hasta que me di cuenta de que fui víctima del machismo muy cabrón”, explicó.
ESTUDIA BAJO LAS SOMBRAS
Antes de despedirse, Carla Morrison contó que sus maestros en Francia no la querían aceptar porque no sabía leer notas musicales.
“Les dije que tenía discos y Grammys, que me dieran chance”, dijo entre risas. “A la semana me dejaron entrar y les pedí que no le dijeran a nadie (de sus compañeros) de su carrera, y está súper padre porque me califican igual que a todos”, confesó.
Sobre si va a regresar a vivir a México o quedarse allá, dijo que está por decidirlo pues sí extraña el país, sus amigos y familia, pero en Europa hay posibilidad de globalizar más su música. (iM-rrc)