©Alejandro Zúniga
Carlos Reinoso destaca la importancia del América-Guadalajara, y aseguró que el equipo más afectado, al jugar sin aficionados, serán los cremas.
La pasión de un Clásico desborda a Carlos Reinoso. El chileno, uno de los máximos símbolos del americanismo, asegura que un encuentro con Chivas se vive con la misma intensidad que la de un partido de una Copa del Mundo.
Reinoso recuerda que en un principio no deseaba llegar al América, ya que su máximo sueño era jugar al lado de Pelé, pero el destino lo llevó por un camino diferente y fue en un duelo ante el Guadalajara que vivió uno de los episodios más memorables en su carrera.
“Llegué a México no queriendo estar aquí. Yo me quería ir al Santos de Brasil, donde estaba Pelé”, cuenta en entrevista con Excélsior.
“El primer Clásico que jugué fue el que me enseñó cómo vivir estos partidos. En aquella ocasión ganamos 5-2 en el Estadio Azteca y pude marcar un gol. Tras el encuentro, la gente sacó los pañuelos blancos y ahí me di cuenta y aprendí lo que era un Clásico. Fue algo tan impresionante que jamás lo voy a olvidar, el ver a más de 120 mil aficionados del América ondear sus pañuelos blancos. Nos hicieron sentir esa tarde como cuando se indulta a un toro y desde ahí se me quedó marcado qué tan importantes eran estos partidos”, agrega Reinoso.
El exentrenador de las Águilas comenta que un Clásico, en situaciones normales y no como las que se enfrentan en la actualidad por el covid-19, se comienza a vivir desde días antes y no sólo se limita a los 90 minutos del encuentro.
El exentrenador de las Águilas comenta que un Clásico, en situaciones normales y no como las que se enfrentan en la actualidad por el covid-19, se comienza a vivir desde días antes y no sólo se limita a los 90 minutos del encuentro.
“El pasar por las calles, el entrar a los centros comerciales, a los restaurantes, el ambiente es muy diferente. Después, cuando llegas al estadio y bajas el túnel del Azteca y escuchas a todos los aficionados divididos, entonces te das cuenta que este partido entre Chivas y América se vive de una forma diferente a cualquier otro. Yo, que tuve la oportunidad de jugar un Mundial, te puedo asegurar que estos se viven igual, por lo menos así lo siento yo”, opina el seleccionado chileno en Alemania 1974.
Reinoso llegó a nuestro país para vestir los colores del América para la temporada 70-71. Han pasado 50 años desde que se quedó a radicar en México y se convirtió en un referente americanista.
“Después de que aprendí a vivir y a sentir como cualquier aficionado un Clásico, jugarlos era lo máximo. Uno esperaba la fecha, es más: en el vestidor te ponían, desde que se daba conocer, el calendario la fecha en que se jugaba este partido. Había veces que nos tocaba jugar en septiembre y desde enero ya lo esperábamos, entonces sabías cuándo te tocaba un Clásico y lo esperabas con todas las fuerzas y con todo el corazón como todo un profesional”, asegura el Maestro.
El primer Clásico oficial en los tiempos de la pandemia obligará a jugar por primera ocasión en su historia sin aficionados en el Estadio Azteca, una situación en la que Reinoso acepta que afectará a los dos equipos, pero más al América, contrario a la opinión del director técnico de Chivas, Víctor Manuel Vucetich, quien aseguró que el Rebaño Sagrado sería el más perjudicado por la cantidad de aficionados que tienen en la Ciudad de México.
“No, para nada, juegan en el Azteca y el América es local”, señala Reinoso.
“Es que un Clásico hay que jugarlo, hay que sentirlo y no hablarlo. No sé si Víctor ya dirigió o jugó un Clásico, pero no creo, esto se vive diferente. En este caso que se juega en el Azteca, la mayoría de aficionados que irían son del América y, por ende, al equipo le va a hacer falta su público, incluso más que las Chivas, pero te lo digo yo con conocimiento de causa, y mira que respeto y admiro mucho a Víctor. Es diferente, muy diferente jugar los Clásicos”, enfatiza Carlos Reinoso, quien, al igual que los miles de aficionados de ambos equipos no tendrá otra opción que seguirlo por televisión, extrañando la pasión que se genera en las tribunas. (iM-rrc)