CACAO EN XOCONUSCO: UNA HERENCIA ANCESTRAL Y UN RETO ACTUAL
Cuenta la leyenda que Quetzalcóatl, el dios que simboliza la vida, la sabiduría y la fertilidad, regaló el árbol del cacao a los hombres como recompensa al amor y la fidelidad. La historia relata que la princesa que custodiaba el tesoro de su ciudad prefirió sacrificar su vida antes de revelar su escondite. Su sangre fertilizó la tierra, dando vida al árbol del cacao, que en aquel entonces se conocía como cacahuaquahitl. Este relato otorga al cacao un simbolismo profundo desde sus primeras menciones.
Los mokaya fueron la cultura más antigua de Mesoamérica, originaria de Xoconusco. Su principal asentamiento fue en el 1500 a.C., cuando los pobladores de esta zona realizaron la transición a la agricultura formal, sembrando maíz, frijol, chile y yuca, explotando el cacao (que era conocido en su forma silvestre), habitando en casas y produciendo alfarería, en torno a los Mam (“lugar donde abundan los viejos” en náhuatl), en paralelo al nombre pre-náhuatl de Xoconusco (Zaklohpakab), que en mame significa “padres, antepasados, ancestros”. Los mokaya fueron la población dominante entre el 1500 y 1000 a.C., ubicados desde El Salvador en Centroamérica, hasta el estado de Veracruz, con características de las comunidades mesoamericanas y mexicas, como la presencia de canchas para el juego de pelota desde 1400 a.C., en el sitio arqueológico de Paso de la Amada.
Los olmecas, quienes surgieron posteriormente, fueron los primeros en descubrir el sabor del cacao entre 1500 y 400 a. C., elaborando una bebida que mezclaban con especias y hierbas. Con el tiempo, esta cultura se expandió a civilizaciones como la maya y la azteca, quienes también apreciaron el cacao, y por supuesto, en Xoconusco a Izapa. Más allá de ser un deleite para el paladar, el cacao era moneda de cambio, unidad de medida y un elemento ritual de gran simbolismo.
De acuerdo con el Popol Vuh, el cacao era uno de los cuatro árboles cósmicos y estaba intrínsecamente ligado al maíz, planta sagrada por excelencia. Era un fruto asociado a la sangre y el sacrificio, y su consumo estaba reservado para las élites, siendo su violación severamente castigada. El cacao también ocupó un lugar prominente en la mesa de los tlatoanis, como lo constataron los relatos de Hernán Cortés, quien se encargó de llevar esta preciada semilla a Europa, donde evolucionó hasta convertirse en el chocolate que conocemos hoy.
En Xoconusco, el cacao se produce en pequeña escala. Los productores, mayormente de subsistencia, emplean técnicas tradicionales que pasan de generación en generación. El proceso incluye la selección de mazorcas, fermentación de los granos, lavado, secado al sol y tostado en comales de barro. La molienda en metate, con la habilidad ancestral del metlapil o rodillo de piedra, es un arte que domina principalmente la gente mayor. Además de su riqueza cultural, el cacao posee propiedades antioxidantes y antiinflamatorias, que benefician la salud cardiovascular, retrasan el envejecimiento y mejoran la memoria.
A pesar de su legado histórico y su relevancia cultural, el cacao mexicano enfrenta una crisis. Hoy ocupa un lugar secundario en los mercados nacional e internacional. Las causas de este rezago son diversas: la transformación del chocolate en un producto dominado por el mercado anglosajón, la disminución de su consumo local y la falta de incentivos para los productores.
Xoconusco, antaño un exportador clave de cacao en la época precolombina, sufrió agresiones y conquistas debido a su riqueza. Obligados a tributar a toltecas, aztecas y posteriormente a los conquistadores españoles, la sobreexplotación casi extinguió el cultivo en la región.
Hoy, el reto es revitalizar esta herencia. Es esencial revalorar el cacao como parte de nuestra historia, un legado de los dioses según la tradición, y como un recurso económico para los agricultores de Xoconusco. El cacao no solo es un testimonio de nuestro pasado, sino también una oportunidad para construir un futuro más equitativo y sustentable para la región. También hay que mencionar que el cacao es el único commodity que se mantiene al alza a nivel internacional, llegando a alcanzar entre 12,000 y 13,000 dólares por tonelada. No cabe duda de que el cacao es amigable con las tierras del Soconusco y tiene el potencial de devolverle a esta región su grandeza ancestral.