Con-Ciencia Política Por Jose Luis Gálvez Gómez (01 AGOSTO)

Vivir en la ilegalidad

 

Es claro que estamos viviendo tiempos muy turbulentos en el México post revolucionario. Estamos viviendo una época en que actuar bajo la ilegalidad resulta redituable. Cualquiera puede hacer lo que se le antoje y lo que le venga en gana de acuerdo a sus pasiones, necesidades e intereses.

La ilegalidad en México no es nueva, pero ya es una costumbre; su desbordante e incitada práctica parece ser el sello sexenal. Casos sobran por todo el país y en todas las esferas sociales; gobernadores que saquean las arcas públicas, Secretarios de Estado y funcionarios públicos que sin pudor hacen campaña cuando la ley se los prohíbe, los extranjeros que bloquean nuestras carreteras y amedrentan a las mismas instituciones reguladoras de la Migración, los linchamientos públicos en pueblos y comunidades, la libertad de operación del crimen organizado, la corrupción tolerada al interior de los gobiernos y sus programas sociales, la opacidad en las contrataciones y adjudicaciones directas, las imparables desapariciones de personas, los robos, los secuestros, el tráfico de todo tipo de mercancías y por supuesto los imparables feminicidios y agresiones contra las mujeres.

¿Pero qué hace que la ilegalidad sea tan atractiva y redituable para quién comete un delito?, pues la impunidad; es decir, la falta de castigo sobre quien realiza un acto ilícito. Como los brutales casos de las mujeres quemadas con ácido, alcohol o gasolina, que parecen no importarle al gobierno y menos a las instituciones de investigación y procuración de justicia

Actuar bajo la ilegalidad significa dominar y ganar, cualquiera se siente en libertad de obtener lo que desea porque no existe nada ni nadie que se lo impida u obligue a respetar las normas que deberían regir su adecuado comportamiento social. Hoy se impone el más fuerte o agresivo sobre el más débil y pacífico. Estamos en la ruta del desorden público y del extremo de la descomposición social.

Los mexicanos se sienten indefensos porque estamos en tiempos de la ley de la selva; en la lógica del “sálvese quien pueda” cualquiera podría armarse para cuidar de su propiedad privada e integridad física. El PRI lo ha propuesto como una demanda social pero nuestro gobierno lo está permitiendo por su omisión y ausencia.

Armas sobran en el mercado ilegal y la justicia por propia mano, para nada puede ser la forma de justicia en nuestro país, porque con el daño que está sufriendo nuestra sociedad y sobre todo las mujeres, pronto podríamos estar inmersos en una guerra fratricida con segregaciones territoriales.

No me quiero imaginar que al igual que los grupos de autodefensas de ganaderos o comerciantes, empezaran a surgir grupos femeninos bélicos para lograr una justicia pronta y expedita.

 

 

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