Marcelo el noble.
El destape de Claudia Sheinbaum fue realmente intrascendente; todos sabíamos que sería impuesta por el presidente, quien como todo un monarca ancestral le entregó un simple bastón con listones, porque de mando no tendrá nada.
Por fin el Presidente hizo realidad su sueño priísta, nombrar por dedazo a su sucesora. Sólo falta que la haga ganar, no vaya a pasar lo mismo que sucedió con el candidato oficial en el lejano democrático año 2000.
Lo que realmente más ha llamado la atención es la decisión que tomará Marcelo Ebrard, quien con su eterna docilidad y genuflexión, aguanta, obedece y se dedica siempre a limpiar el tiradero que su jefe arma cada vez que emite una opinión, tanto en política interna como externa, sólo es cuestión de revisar su desempeño como canciller y recordar aquella sumisa idea de crear la Secretaría para la continuidad de la 4T ofrecida al hijo del presidente, para dejar en claro quien mandaría realmente.
Por eso, no sería extraño ver a Marcelo Ebrard como una tercera opción ante el electorado bajo las siglas de Movimiento Ciudadano, por donde no tendría ninguna posibilidad de ganar, sirviendo una vez más al Presidente sólo para dividir el voto, un voto que Morena y López Obrador saben estar perdiendo, es el voto de las clases medias, el voto razonado, ese voto consciente de los malos resultados, de los engaños, el de la decepción y de todos aquellos que hoy podrían estar viendo en Xóchitl Gálvez una esperanza renovada.
La decisión de Marcelo puede ser propia o inducida, sin embargo nada garantiza que vaya a dar los resultados esperados, pero sí obliga al equipo de Xóchitl y a sus seguidores a dar un paso hacia adelante y anticiparse a la jugada del patiño presidencial.
De entrada, Marcelo ya provocó una decepción entre los militantes de Morena y los creyentes del Obradorato; su show de proselitismo electoral adelantado llamado proceso interno, demostró que como siempre lo que menos le importa al Presidente es lo que piensen los demás. La única opinión que cuenta es la de él, como el mismo lo ha dicho, lo que diga su dedito.
Pero aunque Marcelo llegase aparecer en la boleta, será infructuoso votar por él, ya que el ambiente electoral se dividirá entre dos fuerzas, la del poder del Estado a nombre de Claudia Sheinbaum y la admirada historia de lucha y superación de Xóchitl Gálvez, donde muchos podrían optar por no desperdiciar su voto y convertirlo en un voto útil.
La estrategia de Morena no cambiará, veremos nuevamente invertir millones de pesos para el acarreo y la compra de votos, con una Claudia sin nada más que ofrecer. Xóchitl Gálvez tendrá que armar gran estrategia electoral que convenza a la ciudadanía apartidista e indecisa que combata el abstencionismo, ofreciendo una alternativa diferente a la 4T.
Difícilmente podríamos ver a un dócil Marcelo sin cumplir su encomienda electorera, porque en caso de rebelión seguro estará lista la Fiscalía para recordarle algunos asuntos de su gestión.
Así, Marcelo el noble, dejará su huella servil en la historia de un país al que pudo haber ayudado a democratizar en lugar de seudotransformar.