Del Estado de Derecho al Estado Marcial.
Sin duda este sexenio se ha caracterizado por el avance en la militarización del Estado Mexicano. Muchas de las actividades que antes dominaban los civiles, hoy ya están en manos del ejército, poniendo entredicho el sostenimiento del Estado de Derecho.
Recientemente el Congreso de la Unión con la mayoría en sus respectivas cámaras, aprobó sin lectura ni debate y violando todos los procesos legislativos, las nuevas reformas presidenciales que le otorgan más facultades al ejército mexicano para dirigir el espacio aéreo, los servicios turísticos y la administración de por vida del Tren maya.
Estas iniciativas y la forma de actuar de los poderes Ejecutivo y Legislativo, hacen evidente la forma tan abrupta de urgir el establecimiento del nuevo régimen, que a pesar de estar encabezado por un civil, al ir desapareciendo instituciones y con un ejército con tanto poder podría terminar por convertirse en un Estado Marcial.
Sin embargo, la correlación de fuerzas políticas y el choque con los ideales democráticos construidos a través de los años, provocan que la transformación no resulte tan fácil como se pretende, ya que existen instituciones tan sólidas como el propio INE, el INAI, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, más una buena parte de la sociedad informada, que hoy están dando la pelea por mantener a flote el orden constitucional, el estado de derecho y el sistema democrático en el país.
La Suprema Corte de Justicia de la Nación se ha convertido en el dique constitucional por excelencia ante la embestida presidencial y el cochinero legislativo. Nunca antes la Corte había tenido tantas controversias y recursos de inconstitucionalidad por atender como ahora, que por el sólo hecho de cumplir con sus tareas legítimas, se ha hecho acreedora a tantos calificativos y descalificaciones como desprecios institucionales y mentadas de madre para quien la preside.
Los tiempos se complican y la visión política tiene disimuladamente dividida a los mexicanos. Se aproxima la sucesión presidencial y los militares se empoderan más; están por todas partes con el pretexto de la seguridad pública, pero los hechos de violencia en el país hacen ver que parecen estar más enfocados hacia la vigilancia ciudadana, que a combatir realmente la inseguridad que se manifiesta en todas sus modalidades, tráfico de drogas, extorsión, desaparición de personas, levantones, cobro de piso, tráfico de humanos y por supuesto los feminicidios.
La Corte está en el ojo del huracán y sus decisiones serán cruciales, ¿quién ganará en la elección del 2024? No lo sabemos, pero mientras los militares podrían ya estar listos.
La magistrada presidenta lo ha dicho, sin información no hay libertad, sin libertad no hay país; a lo que yo agregaría, sin libertad y sin país, no habrá subsistencia ni futuro para un pueblo que está cada vez más desunido pero sobre todo, confundido.