©ABRAHAM NAVA
Con el coronavirus, la vida se transformó radicalmente, pero nunca se detuvo durante el año que el virus lleva estacionado en el país.
Los mexicanos han seguido demandando desayunos para iniciar sus actividades, pisos y estancias limpias en las casas para evitar infecciones, ropa limpia para el home office, o el trabajo in situ. Las mujeres, en su mayoría, han llevado sobre los hombros esta carga.
Durante todo el 2020 las mujeres tuvieron más ansiedad que los hombres, entre 8 y 13 puntos porcentuales, según la ENCOVID-19.
Otro indicador a revisar en la ENCOVID-19 fue la seguridad alimentaria, que venía de un nivel de 45% de acuerdo a la Ensanut y llegó a un crítico 26% ya en plena etapa de nueva normalidad en el país.
También las mujeres son las que más tiempo dedican al trabajo no remunerado: 74.8% de las horas destinadas a las labores domésticas, según el Inegi.
“LA ENFERMEDAD ES UN INFIERNO EN VIDA”
La noche del 28 de enero de 2021 Araceli García estaba a la mitad del mes más difícil de toda su vida, aún no podía creer que dentro de su casa hubiera fallecido su cuñada, con quien convalecía por covid-19, junto con su esposo. Había pedido una ambulancia alrededor de las cuatro y media de la tarde, cuando llegaron a las ocho treinta, sólo fue para confirmar la pérdida de su cuñada. Afuera sus familiares esperaban información.
Siento mucho dolor y mucho el trauma, el no poder salvarla, ver a mi esposo que aquí estaba, yo me quería salir, echar a correr, o no sé, hacer muchas cosas para que ella pudiera vivir”.
Diez días antes, el 18 de enero Araceli, su esposo y otra de sus cuñadas acudieron a uno de los quioscos de la Ciudad de México a hacerse la prueba del coronavirus. Mientras esperaban en la fila, les llamaron por teléfono para avisarles que uno de los hermanos de su esposo había muerto. No supieron si también él estaba contagiado de covid-19, pero un día antes había presentado fiebre y dificultad para respirar. En su acta de defunción la causa de muerte asentó complicaciones por su enfermedad preexistente de distrofia muscular.
La verdad me puse a llorar, a gritar como no tiene idea, la desesperación que traía uno es muy difícil y hasta la fecha me cuesta, me da el nervio, el sentimiento, el llorar y el pensar por qué el mismo sistema del gobierno o de otras instituciones no te prestan como debe ser el mismo servicio de emergencia”.
El 9 de febrero, su otra cuñada, con la que se había ido a hacer la prueba en enero falleció en un hospital, también por coronavirus, se negaba a ser atendida, porque desde que una ambulancia se la llevó le advirtieron que no sobreviviría a covid-19. Aunque la entrega del cuerpo y sus cenizas fue un proceso más rápido que el anterior, el golpe emocional fue devastador. Tres hermanos de su esposo muertos en un mes.
Hay días que sigo sintiendo como si fuera el día que pasó todo, o el primer día que empezamos a sentir todo esto, yo teniendo tres pacientes más, más yo que tenía también covid, de por sí soy fuerte, pero me hice un poco más fuerte o no me permití el que la enfermedad me dejara caer”, recuerda Araceli.
Yo lo que dije: ‘bueno, qué vas a hacer, ya lo tienes, o te quedas ahí a morir o te activas con el miedo de que mi esposo se puso muy mal”.
La ansiedad de esos días no le permitía conciliar el sueño y limpiaba la casa de manera compulsiva, mientras los demás reposaban por la enfermedad, a veces antes del amanecer ya estaba el desayuno y la comida lista.
Asevera que el apoyo que les prometieron no ha llegado a su casa y que la enfermedad es “un infierno en vida”.
DE SER JUEZA, AL CÁNCER Y EN CASA
Como para muchas mujeres y personas el 2020 y lo que va del 2021 ha sido un año de mucho aprendizaje, yo trabajaba en una dependencia pública, era jueza de asuntos del deporte, daba clases de manera presencial. El tribunal donde yo laboraba se fue recortando en personal, las clases también tuvieron su merma en las inscripciones y con esto de las clases en línea ha habido una afectación muy grande.
“De todos los emprendimientos que he tenido desde mis 14-15 años, este es el que más le he tomado cariño porque se asemeja mucho a lo que yo estudié, entonces es súper padre sentir que a pesar de que estás en pandemia las mamás confían en ti, en que tienes cierto nivel para poder ayudar a sus pequeñitos”.
Se acordó de una amiga suya que trabaja en una editorial y le pidió crédito para su primer stock, se empezó a promocionar en las redes sociales y el negocio empezó a funcionar.
“Realmente los niveles de estrés si han sido muy elevados porque básicamente las mamás no estábamos acostumbradas a trabajar con los niños en casa y los niños tampoco estaban acostumbrados, no puedes mantener a un pequeñito seis, siete horas al frente de la computadora o del televisor, ellos necesitan estar activos, andar para todos lados, jugando.
“Entonces para muchas mamás nos ha estresado porque creemos que llegan a la escuela y empiezan a trabajar así de palito, bolita, triángulo, colorea y realmente es un proceso en el que los niños necesitan estar jugando y no tenemos tiempo para ello”, lamentó. (iM-rrc)