Con-Ciencia Política (FEB 15)

Por Jose Luis Gálvez Gómez

Politólogo

Sin una juventud preparada, no hay futuro.

En realidad, no existe una definición internacional universalmente aceptada del grupo de edad que comprende el concepto de juventud; sin embargo, con fines estadísticos, las Naciones Unidas definen a los jóvenes como aquellas personas de entre 15 y 24 años; en 2019, se estimó alrededor de 1.2 billones de personas entre estas edades en el mundo, representando el 16% de la población mundial. Para 2030, fecha límite para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se estima que la cantidad de jóvenes habrá aumentado en un 7%, llegando así a casi 1,300 millones.

Para la Organización Mundial de la Saludel promedio de la juventud adulta va delrango de edad entre los 18 y 30 años. La edad mediana para México según el último censo del INEGI, pasó de 22 años en el 2000 a 29 años en el 2020.

Según la Unicef, la juventud constituye un período lleno de oportunidades y cambios en el que van desplegando sus capacidades y facultades para aprender, experimentar, estimular su pensamiento crítico, expresar su libertad y formar parte de procesos sociales y políticos. Debido a ello, se considera una prioridad general que en todas las sociedades se les garantice un completo y óptimo desarrollo de susfacultades intelectuales.

Los jóvenes pueden ser una fuerza positiva para el desarrollo cuando se les brinda el conocimiento y las oportunidades que necesitan para prosperar y contribuir en una economía productiva, siempre y cuando sean absorbidos por el trabajo. Esto lo saben perfectamente bien los países más desarrollados quienes han basado buena parte de su crecimiento en este sector tan importante por su fortaleza, innovación y creatividad.

La clave está entonces en prepararlos, en escucharlos e incluirlos en los procesos productivos. Debemos brindarles las oportunidades y herramientas que necesitan para dejar que fluya esa fuerza inagotable de energía.

Desafortunadamente aquí en México los están volviendo dependientes de apoyos sociales sin un control, mérito o evaluación efectiva que les permita desarrollar esashabilidades, además de no existir un plan de ruta crítica para el regreso a clases presenciales, así como el avance del programa de vacunación para los maestros.

Lo anterior no quiere decir que otorgarles incentivos económicos sea malo, sino que toda política asistencialista no verificada, no evaluada y por tanto rectificada en cuanto a sus resultados, seguramente provocará efectos contrarios, desvirtuandolos objetivos programados por alcanzar.

Según los resultados del Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2020 por parte del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), arrojó que laaplicación de los programas sociales y apoyos gubernamentales como “Jóvenes Construyendo el Futuro”, “Jóvenes Escribiendo el Futuro” o las Becas para madres solteras, no están logrando obtener los resultados esperados en cuanto a  mejorar sus condiciones de vida así como poder proyectarlos hacia un futuro prometedor.

Lo que sí está sucediendo de maneraacelerada también por la pandemia, es la deserción escolar; hoy suman ya más de 4 millones entre alumnos y alumnas que han dejado sus estudios, un 12% está sin contacto con los maestros y otro 17% está en un contacto intermitente; unos por no contar con los medios tecnológicos a su alcance y otros por estar siendo atraídos por la recepción de ese dinero fácil debido a que el actual gobierno les está dando más dinero a los que no estudian que a los que sí están estudiando.

Así, el Programa Jóvenes Construyendo el Futuro, con una vinculación temporal por 12 meses otorga mensualmente $4,310 pesos para recibir capacitación en un centro de trabajo y el programa “Jóvenes Escribiendo el Futuro” les reparte $2,400 pesos a estudiantes universitarios por solo 10 meses. Es decir, se incentiva y motiva más al joven que no estudia que al que sí lo hace, además de que el primero de estos programas carece de mecanismos para garantizar que la capacitación de los beneficiarios sea adecuada o suficiente para mejorar sus condiciones de empleabilidad o que en el futuro se puedan valer por sí solos y aspirar a tener una vida mejor.

Desgraciadamente también hay evidencias de que estos programas están salpicados decorrupción y están siendo utilizados como promoción electoral.

A los jóvenes hay que enseñarles a desarrollar sus talentos y habilidades dotándolos de un gran conocimiento, no a volverlos dependientes, porque de seguir así, entre la pandemia y el parasitismo, las próximas generaciones estarán perdidas y con ellas, el futuro de este país. (iM-rrc)

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