©JORGE SANTAMARÍA
Damon Albarn cuenta las anécdotas de grabar junto a Robert Smith y Elton John, para su nuevo álbum, las colaboraciones que no se lograron y confirmó que harán una película con Netflix.
Todo lo que rodea a Gorillaz es una locura:
Murdoc Niccals se va a la cárcel, un integrante de la Banda Gangrena lo reemplaza, 2-D capitanea el barco para pasear a su patrón Damon Albarn, Sir Elton John les hace los honores en una rola, ah… y la trompeta del sobrino de ocho años del también integrante de Blur bastó para que Robert Smith, de The Cure, les dijera que sí a la apertura del álbum Song Machine, Season One: Strange Timez, ya disponible en plataformas.
Albarn, en pleno 30 aniversario del lanzamiento de She’s So High, el primer sencillo comercial en la historia de Blur —que comparte junto a Graham Coxon, Alex James y Dave Rowntree—, otorgó una charla con cuatro medios latinoamericanos, entre ellos Excélsior, para platicar de la séptima fase de Gorillaz y las peculiares historias detrás de algunos temas.
“Cuando tenía siete años, el Bentley rosado de Elton John pasó por mí fuera de la escuela. Parece que fue en 1975. ¿Cómo pasó eso? Después de que Elton volvió de una gira por la (extinta) Unión Soviética, los rusos le pagaron en carbón así que volvió con muchas rocas, pero sin dinero.
“Así que a sus músicos les pagaba con obsequios. A su baterista, Ray Cooper, amigo de mis papás, le dio ese Bentley y por eso estuvo fuera de mi escuela y me subí. Le conté esto a Jamie (Hewlett, cocreador de Gorillaz) y me dijo que tenía que hacer una rola con Elton (se logró); sólo que Elton me dijo que el coche era fucsia”, compartió entre risas, vía Zoom, desde su casa y a propósito del episodio más reciente, The Pink Phantom.
A esto hay que sumarle que, estando en confinamiento en una casa que tiene en un granero, se le ocurrió poner a tocar la trompeta a su sobrino, lo grabó para el tema Strange Timez y la mandó por e-mail a Robert Smith, quien pasa los días en la costa sur del Reino Unido, y éste, fascinado por el instrumento de viento, devolvió la canción con sus voces.
Damon escribió correos para lograr colaboraciones, pero muchas quedaron en el camino por equis circunstancias o mala suerte.
“Todos fueron muy dulces respondiendo mis correos, pero sí pasaron cosas como que Dionne Warwick estaba en el piano, lista para grabar y después algo pasó que no se logró; Barry Gibb (último sobreviviente de Bee Gees) ya iba al estudio y de repente agarró una infección en el oído y no se pudo.
“Con Morrissey tuve una larga conversación que estuvo muy divertida, pero que no terminó en algo. No creo que él sea un colaborador, para serlo, tienes que colaborar. Y luego viene gente con la que no valía la pena intentarlo.
“Yo trato de que todo funcione, de alguna manera lo intento, porque no me gusta la idea que alguien venga y se sienta descartado, porque sé lo que se siente. He hecho canciones para otros y ni se molestaron en decirme que no las incluyeron en sus discos, lo cual, para ser honesto, me parece grosero”, opinó.
Song Machine es resultado de una idea de Damon, que un amigo pulió, y desencadenó el resto del material, en el que también participan Beck, Peter Hook y su amigo, colaborador en su proyecto The Good, The Bad & The Queen y recién fallecido Tony Allen, entre otros.
Curiosamente, la mitad del disco fue realizado en el confinamiento, al igual que lo hizo con el último de Blur, The Magic Whip, el cual fue grabado en un pequeño estudio en Hong Kong al verse atrapados en la ciudad asiática, en 2014. (iM-rrc)