Cuando ocurren contingencias biológicas, humanas y/o sociales por las cuales es necesario que la población esté aislada o evite el contacto social, como lo puede ser la recuperación de una intervención quirúrgica, una cuarentena sanitaria, o una disminución de la movilidad por una lesión grave, los riesgos psicológicos aumentan.
Uno de los elementos que detonan estos riesgos puede ser la disminución de exposición a la luz solar, que provoca un aumento de melatonina (hormona que produce el sueño), lo que puede desencadenar una caída en el ánimo de las personas. Otro que repercute en tu salud mental, es la ausencia de interacción con gente, lo que puede originar estrés y depresión durante el aislamiento.