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La Universidad de Utah publicó un estudio que sugiere que las proteínas de las ‘Células T’ podrían servir para prevenir la diabetes tipo 1.
Investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Utah, en Estados Unidos, han identificado un nuevo objetivo terapéutico para tratar a pacientes con diabetes tipo 1.
El estudio, que se publica en el ‘Journal of Experimental Medicine’ (JEM), revela que la inhibición de una proteína llamada OCA-B protege a los ratones de la diabetes de tipo 1 al limitar la actividad de las células inmunes que, de otro modo, destruirían las células productoras de insulina del páncreas beta.
La diabetes tipo 1 es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunológico del cuerpo ataca por error a las células beta pancreáticas, cortando la producción de insulina. Los pacientes requieren terapia con insulina de por vida para mantener niveles adecuados de glucosa en sangre.
En la actualidad, no existen tratamientos que puedan evitar que el sistema inmunológico se dirija a las células beta y al mismo tiempo conserve su capacidad para combatir las infecciones.
Los glóbulos blancos llamados células T pueden reconocer moléculas específicas producidas por bacterias y virus invasores. Cuando las células T se encuentran con estas moléculas, conocidas como antígenos, activan cientos de genes que les permiten luchar contra la infección. Una proteína llamada OCA-B se une a muchos de estos genes y ayuda a garantizar que puedan reactivarse fácilmente si las células T vuelven a encontrar los mismos antígenos en una fecha posterior.
En muchas enfermedades autoinmunes, las células T reconocen y responden por error a los antígenos producidos por las células sanas normales.
“La exposición repetida al antígeno es una propiedad común de las respuestas autoinmunes –explica Dean Tantin, profesor del Departamento de Patología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Utah y miembro del Instituto del Cáncer Huntsman–. Por lo tanto, planteamos la hipótesis de que dirigirse a OCA-B inhibiría las respuestas de las células T diabetogénicas autorreactivas”.
En el nuevo estudio, Tantin y sus colegas encontraron que los ratones propensos a desarrollar diabetes tipo 1 estaban protegidos de la enfermedad si carecían de OCA-B. Las células T citotóxicas potencialmente autorreactivas, que pueden atacar directamente a las células beta pancreáticas y destruirlas, permanecieron inactivas y no se acumularon en el páncreas.
Las células T colaboradoras potencialmente autorreactivas, que pueden reclutar otras células inmunitarias para inducir una respuesta inflamatoria dañina, se acumularon en el páncreas pero permanecieron en un estado de no respuesta.
OCA-B regula la actividad de los genes de las células T reclutando una enzima llamada Jmjd1a para modificar químicamente el ADN cromosómico circundante. Tantin y sus colegas diseñaron un pequeño péptido capaz de inhibir la asociación de OCA-B con Jmjd1a y prevenir la reactivación de células T aisladas en el laboratorio. La inyección de este péptido a ratones prediabéticos redujo la actividad de las células T autorreactivas, redujo la inflamación pancreática y restableció los niveles de glucosa en sangre a la normalidad.
“Si bien es poco probable que el péptido se use en un entorno clínico, ofrece una prueba de principio para OCA-B como un objetivo terapéutico para la diabetes tipo 1, y puede usarse como una herramienta para el desarrollo posterior de terapias”, resalta Tantin. (iM-rrc)