©BBC
Cada 40 segundos, alguien, en algún lugar del mundo, se quita la vida.
Casi 800.000 personas mueren por suicidio cada año, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y es la segunda causa de muerte de jóvenes de entre 15 y 29 años, superada sólo por accidentes de carretera.
En el continente americano, tomado como región, se registran 65.000 casos al año, según un informe de 2014 de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la oficina regional de la OMS.
Son estadísticas alarmantes. No obstante, es un tema que la OMS dice que no se aborda lo suficiente.
Además, afecta a los hijos, padres, parejas, amigos y colegas de las víctimas.
Un estudio publicado en Estados Unidos el año pasado sostenía que por cada persona que se quita la vida, las consecuencias las sufren otras 135 personas.
La doctora Julie Cerel, de la Universidad de Kentucky, en EE.UU., también encontró que el impacto psiquiátrico sobre aquellos expuestos al suicidio era más fuerte cuanto más cerca se sentían de las víctimas, sin importar los vínculos familiares.
Si conoces a alguien que está pensando en quitarse la vida, los expertos aconsejan abordar el tema de la siguiente manera.
Inicia una conversación
No hay una buena o mala manera de hablar sobre sentimientos suicidas. Lo importante es empezar a conversar sobre ello, le dice a BBC Emma Carrington, portavoz de Rethink UK, una organización benéfica para la salud mental en Reino Unido.
“En primer lugar, necesitamos reconocer que es una conversación difícil. No son charlas que tenemos todos los días. Así que te vas a sentir nervioso y eso está bien”, explica.
“No vas a empeorar la situación porque ya es tan mala como puede llegar a ser. Lo importante es escuchar sin juzgar”.
Consejos de la organización Samaritans para hablar con alguien que piensa en el suicidio:
- Busca un lugar callado donde la otra persona se sienta cómoda.
- Asegúrate de que ambos tengan suficiente tiempo para hablar.
- Si dices algo equivocado, no entres en pánico, no te culpes tanto.
- Concéntrate en la otra persona, mírala a los ojos, guarda tu teléfono. Préstale toda tu atención.
- Ten paciencia. Podría tomarte tiempo y varios intentos antes de que una persona esté preparada para abrirse.
- Haz preguntas abiertas que necesiten ser contestadas con algo más que un “sí” o “no”. Asegúrate de que entendiste las respuestas.
- No interrumpas ni ofrezcas soluciones; no interfieras con tus propias ideas de cómo la otra persona pueda estar sintiéndose.
- Asegúrate de tu interlocutor que sepa dónde buscar asistencia profesional.
¿Quién está en riesgo?
El suicidio afecta personas de todas las edades, pero a nivel global la tasa de suicidio es mayor entre hombres.
En 2016, el índice entre los hombre fue de 13,5 por cada 100.000, comparado con 7,7 por cada 100.000 mujeres.
Sin embargo, la proporción hombre/mujer puede varias considerablemente en diferentes países.
Rusia tiene la tasa más alta de suicidios masculinos del mundo —48 por cada 100.000 en 2016—, y es seis veces superior a la tasa femenina.
Comparativamente, América Latina tiene una de las tasas más bajas de suicidio.
No obstante “es un problema de salud relevante (en la región) y una de las principales causas de muerte prevenible en el continente (americano)”, declaró la OPS en un informe que presentó en 2014.
En ese informe, la OPS señaló que los países latinoamericanos con las tasas de suicidio más altas (entre 2005 y 2009) fueron Uruguay con 14,2 de cada 100.000 habitantes, Chile con 11,2, y Cuba con 9,9.
El vínculo entre el suicidio y los desórdenes mentales (en particular la depresión y el consumo de alcohol) está bien respaldado.
Pero muchos suicidios ocurren de manera impulsiva en momentos de crisis, cuando las personas sufren una crisis debido a las presiones de la vida, problemas financieros, rupturas de relaciones sentimentales o dolor y enfermedad crónicas.
Las tasas entre las poblaciones rurales son altas, al igual que entre grupos vulnerables que experimentan discriminación, como los refugiados y migrantes, pueblos indígenas, miembros del colectivo LGBTI, y presos.
Según la OMS, otros grupos en riesgo incluyen a los que enfrentan conflictos armados, desastres, violencia, abuso o pérdida y sentido de aislamiento.
“Una persona se puede sentir aislada aunque parezca estar rodeada de gente. La gente podría estar teniendo dificultades económicas. Todas esas cosas pueden acumularse”, expresa Carrington, de Rethink UK.
“A menos que recibamos apoyo de los que nos rodean, podría convertirse para algunos en una carga imposible de soportar”.
¿Cómo puede ayudar la sociedad?
La OMS dice que los gobiernos pueden hacer mucho para prevenir el suicidio, lo que incluye:
- Eliminar el estigma y abordar el tema.
- Ayudar a los jóvenes a desarrollar herramientas para lidiar con las presiones de la vida, especialmente en la escuela.
- Capacitar a trabajadores de la salud no especializados para evaluar y manejar el comportamiento suicida.
- Identificar y apoyar a las personas en riesgo, y mantener el contacto con ellas a largo plazo.
- Restringir el acceso a medios letales.
Romper con los mitos
Las organizaciones que velan por la salud mental intentan romper con lo que denominan un mito común: que hablarles a las personas sobre el suicidio les mete en la cabeza ideas equivocadas.
Sin embargo, de acuerdo a Beyond Blue, una institución de bienestar de Australia liderada por la ex primera ministra Juila Gillard, el abordar el tema puede devolverle algo de esperanza a la gente que tiene pensamientos suicidas.
Una encuesta llevada a cabo entre 3.000 australianos por esa ONG encontró que el 30% recelaba de que hablar del suicidio con alguien podría dar pie a que considerara la opción.
Además, más de la mitad de los encuestados creían que el ayudar a alguien con pensamientos suicidas requiere habilidades profesionales.
No juzgues
“No tienes que ser un profesional de la salud para apoyar a alguien en riesgo. Únicamente tienes que ser una persona preparada para tener esa conversación”, expresó Gillard, al presentar los resultados.
Mientras que la única manera de tener acceso a medicamentos y terapia es a través de la asistencia profesional, Carrington afirma que el hablar abiertamente del suicidio puede demostrar que no estás juzgando.
Y eso, a su vez, puede ayudarlas a sentirse más seguras a corto plazo.
“Puede que digan ”Oh, no, ¡por Dios!, no estaba pensando en eso’, y ahí se acabe la conversación. Pero para la mayoría, cuando se esté sintiéndose muy baja de ánimo, ese es un pensamiento que tendrá rondándole la mente”.
Habla del “ahora”
“Si te preocupas por alguien, sigue preguntándole cómo se siente hoy. Puede servirte usar la palabra “ahora”, porque si se está sintiendo abrumada por sus emociones, esa no parece una pregunta tan monumental”.
“Muchas veces se requiere más de una conversación para que alguien se abra y empiece a hablar sobre el suicidio. Tienes que ganarte su confianza para que sienta que no vas a criticar“.
(iM-rrc)