- Dejaron los hoteles y restaurantes para rentar viviendas y preparar comida “casera”.
- Fomentan el autoempleo y ya son parte de la cadena productiva del Soconusco.
René R. Coca.
Tapachula, Chis; OCT. 03 (interMEDIOS).– La comunidad migrante asentada parcialmente en Tapachula, genera una economía “subterránea” de la cual muchos prestadores de servicios y particulares son beneficiados al atender las necesidades básicas de las personas, lo que ha permitido que la población local modifique su perspectiva de rechazo total al tema migratorio, a pesar de que aún persiste un lento acoplamiento entre locales e internacionales en la Frontera Sur de México.
Aunque algunos organismos productivos han mostrado renuencia a la llegada desordenada y exagerada de personas migrantes que sí han impactado en la imagen, modo de vida y factores socioeconómicos de Tapachula y municipios del Soconusco, también han reconocido que esta población flotante genera una fuente de ingresos para prestadores de servicios y ahora en diversos sectores que anteriormente eran los menos beneficiados como la gente que renta casas, que les prepara alimentos o que ocupan la mano de obra de los extranjeros, por citar algunas actividades.
Al darle seguimiento al proceso migratorio desde hace unos meses en que llegaron las primeras caravanas de migrantes hasta el día de hoy en que existen miles de migrantes varados en Tapachula, la adaptación de cubanos, africanos, centroamericanos y de otras nacionalidades ha cambiado la vida tanto de los lugareños como de los mismos extranjeros que ya tienen una vinculación espontánea, ya que los primeros cubren las necesidades de los segundos en lo básico como alimentación, vivienda, vestido y transportación, hasta aspectos secundarios como proveerles de servicios de telefonía celular, internet, diversión, entre otros.
Sin embargo, a decir de propietarios de establecimientos y los mismos habitantes, la comunidad migrante ya se ha hecho fundamental para atender fuentes de empleo en establecimientos comerciales, actividades del campo, en el sector turístico como restaurantes, hoteles, bares, cocinas económicas, gimnasios, escuelas de baile, empresas de limpieza y hasta en talleres mecánicos y de otros oficios.
Cabe destacar que inclusive, los migrantes han generado fuentes de autoempleo, desde tejer trenzas y lavar autos casa por casa hasta adaptar cocinas económicas con platillos de su país hasta ofrecer clases de baile o ejecutar instrumentos, donde se logra la integración paulatina de chiapanecos y extranjeros, en una dinámica necesaria de convivencia sin permitir abusos de ambas partes para generar paz social; aunque con las autoridades haya un rechazo generalizado; uno, por ser vistas como permisibles en un territorio con muchas necesidades y poco apoyo de la federación; y dos, por ser conceptualizados como incapaces de resolver la estancia de los extranjeros varados por semanas.
La mayoría de la gente entrevistada coincide en que Tapachula será huésped permanente de extranjeros que ya están inmersos en la sociedad productiva –la mayoría- y que los mismos migrantes ya no quieran irse de esta ciudad como una alternativa secundaria ante la adaptación y el temor de irse a otro lado o ser deportados a su país. (iM-rrc)