Reajustes y un golpe de timón.
La aparición explosiva de Xóchitl Gálvez en el escenario político presidencial fue verdaderamente insólita, prendió a muchos ciudadanos que vieron en ella una esperanza renovada; una especie de salvación nacional, una opción opuesta a la forma de gobierno actual.
La conexión con Xóchitl Gálvez fue tan fuerte que incendió las redes sociales y dio paso a la formación de células ciudadanas espontáneas por todo el territorio nacional. Sin embargo, esa llamarada Xochilteca ha perdido intensidad. Los partidos políticos en su afán de ser los grandes protagonistas y recuperar la simpatía perdida, parecen tener secuestrada a su precandidata, le dictan la agenda y le organizan eventos tras eventos, donde lo que resalta más son los banderines partidistas que aquellos inéditos cartones estampados con una X dentro de un corazón, que tanto emocionó a la gente por su originalidad y sencillez.
Legalmente son los partidos políticos que integran el Frente Amplio por México los que le dan validez a la precandidatura de Xóchitl Gálvez, de hecho, serán estos los que deberán registrar toda la estructura electoral de representación en las casillas para el día de la elección, pero eso no significa que los ciudadanos no puedan ser llamados a integrar tan importante representación o a participar como observadores electorales, que será la clave para cuidar que la próxima contienda electoral del 2 de junio sea imparcial, justa y transparente.
Los partidos políticos han dejado entrever que están más preocupados por adjudicarse, entre su militancia, los espacios de representación popular y candidaturas, que de fortalecer y movilizar a sus estructuras hacia las calles para promover masivamente a Xóchitl Gálvez. La verdad es que no podrían estar en mejor escenario, al final, en cada boleta sí o sí cada simpatizante de Xóchitl terminará por otorgar su voto a cualquiera de ellos, asegurándoles así, ganar los espacios tanto en el Congreso de la Unión como en los estados donde habrán elecciones, votos que se traducirán en mayores prerrogativas, es decir, dinero público para sus institutos.
El entusiasmo ciudadano no será suficiente si esa simpatía no se multiplica; su organización se dificulta ante sus múltiples ocupaciones del día a día, cada ciudadano debe convertirse en promotor del voto; las campañas no necesariamente son pintas de bardas o reparto de playeras y volantes, es más efectiva la promoción de voz a voz, cara a cara, que los mítines y las concentraciones donde por lo regular llegan los mismos de siempre. Javier Milei acaba de ganar en Argentina sin pancartas ni bardas.
Los partidos que acompañan a Xóchitl Gálvez ya ganaron y mucho, lo más prudente sería que se pusieran a operar por separado y dejar a Xóchitl que con su carisma y peculiaridad, recorra cada rincón del país, saludando, escuchando y conectando con la gente.
La campaña de Xóchitl Gálvez necesita reajustes y un golpe de timón, necesita despojarse del manto partidista tradicional y enfocarse más en aquellos ciudadanos incrédulos, apáticos e indecisos. Necesita motivar y sumar a más, para poder ganar.