Militarización en México, una estrategia sistémica.
Recién quedó aprobada la reforma para que la Guardia Nacional pase a manos de la Secretaría de la Defensa Nacional y sea el Ejército quien controle, opere y administre dicho órgano para atender las tareas de seguridad pública en el país.
Hoy la gente está desesperada, angustiada y urgida de seguridad. Esta demanda ascendió del segundo al primer lugar sólo después de la pandemia. Tenemos índices delictivos nunca antes padecidos que parecen no ser una mera casualidad.
Hace tiempo expresé mi preocupación formulando una hipótesis, sobre que el problema de la inseguridad estaba llevándose al extremo (omitiéndose con el Abrazos, No balazos), para crear una necesidad desesperada y urgente de tener una institución, con la suficiente fuerza para poner orden en el país. De hecho el desmantelamiento de la otrora Policía Federal así como la disminución de los presupuestos para las policías locales, sería parte de una estrategia, una estrategia para imponer y legitimar al ejército como el único capaz de brindar y garantizar la seguridad pública.
Ahora, será la Guardia Nacional y el Ejército quienes en el cumplimiento de sus facultades constitucionales, patrullen nuestras calles y vecindarios, prevengan, investiguen y persigan el delito. Los legisladores podrán decir lo que quieran pero eso aquí y en cualquier país del mundo, se llama militarización del espacio cívico, tal y como lo han condenado distintas organizaciones civiles así como la Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la ONU.
Pero no fue el gobierno actual quien sacó a los militares de sus cuarteles para ponerlos en nuestras calles y combatir al crimen organizado. Todo comenzó en el año 2006 con el ex presidente Felipe Calderón, continuó con el gobierno de Enrique Peña Nieto y que los actuales se desgañotaron denunciando dicha acción, sólo para terminar consolidando este proceso que únicamente ha servido para cometer abusos sobre la población civil.
Ahora un sector del PRI, está yendo más allá, están proponiendo que el ejército continúe en la calles hasta el 2028; parece más una estrategia sistémica de intereses supranacionales que una genial idea por atender la emergencia nacional. El Pan lo inició, el PRI lo continuó, MORENA lo legitimó, pero juntos MORENA y PRI lo consolidarán.
Si realmente nuestros representantes populares quisieran atender el problema de inseguridad, ¿por qué no mejor piensan y legislan la planeación de creación de una nueva institución y cuerpo policiaco, con suficientes recursos, bien capacitados, mejor entrenados, con controles de admisión más estrictos, facultades bien definidas y una mejor estrategia?
El simple hecho de agarrar del montón a cualquiera que no tenga chamba o peor aún, de agarrar a militares entrenados para la guerra y cambiarles el uniforme para salir a las calles a realizar tareas de seguridad con la misma estrategia de Abrazar y No Balear a los delincuentes, seguramente nada mejorará, más que la de amedrentar, controlar y someter a una sociedad cada vez más nerviosa y temerosa.
La respuesta a la inseguridad no está en legitimar el uso de la fuerza militar, está en que las instituciones no combaten la impunidad.